domingo, noviembre 05, 2006

fundir la inmensidad


Creo que requiere más que mi atención, y esas llaves abiertas, con lagrimales al despedirse, sin que nunca jamás signifique el abandono. En ambos casos se sabe, se manifiesta en gestos y actitudes, de esas que uno pudiera imaginar, como que si el desenfreno del amor fuese pecado: ¡Nada de original!, cuando en esta época ya nos disponemos al salto final, sin que eso signifique el abandono, se reitera.

Y en esta cueva de lobos empiezo mis escritos terminando el 2006, como compilando las memorias para que marzo próximo signifique nuevas caserías de cazador cazado y nos dispongamos al simulacro patrio de la rebeldía de vuelta de vacaciones (bien merecidas agregará el funcionario).

No nos vamos a imponer las novedades a detallar, si ni siquiera sabemos a lo que hemos venido, como si la santidad fuera beneficio de pecadores y los peces fueran el alimento de este hastío. No vamos a salir arrancando de este bosque, en que las cruces de las ánimas que protegen la visión nocturna de tu talento, ese que sacas a relucir cada vez que inflas el pecho de loba en celo de los que solo podríamos nosotros, nena, solo nosotros podríamos darnos. Ya tuvimos el orzuelo de tercer ojo, solo nos faltará ver las flores por abajo.

Buenas noches, versión inicial, derrotaremos la primavera, hemos venido a joderte la pita, en lunes que mas estelar que tu y yo rodeados de vino.

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