lunes, diciembre 05, 2005

redolés idem

Recuerdo como ayer, recuerdos de fuego en la carne tatuados, cuando el Moncho me inscribió pa la lectura de poesía, en el lugar más sagrado que pudieron elegir. Fue la primera vez que lei frente a ti. Recuerdo como ayer ese primer día en los camarines del Aula Magna de la Escuela de Derecho en la U de Valpo, lugar al que racconto te trae una y otra vez a la primera vez que viste a los Jaivas y a la primera vez que te oí recitar en vivo y directo. Si parece que fue ayer cuando, poeta de las luces, entre San Sebastián, el Sebas, la Beta (que también partió re100), nos íbamos de pichanga en el misterioso patio de atrás, o como deliberábamos las razones de tu entendimiento popular, viniendo de tokar gratis para un grupo de ancianos que duermen en la calle, en los alrededores de la Vega, y cagándose de la risa con : ¡los copetes, los copetes, los cuetes, los cuetes!, mostrándome el ultimo rayado de la jota dias antes del 11, contándome la mierda que te provoca la fábrica del lado, los gueones de la tele, los proyectos que se deben postular, las tocatas gratis pa los que se creen en contra del sistema, nuestro futuro sistema político, tus vacilones al Arturo, tus rituales de brujo de barrio, entero y competente.

Apareces y desapareces en mis inicios de vida, esos que ahora último han tenido muchos frutos, que le futuro condenará. Redo, donde debe decir poeta está bien puesto, donde debe decir rock también ¿qué va?, sólo no olvidemos que de tanto en tanto necesitamos al inspector fuster y miño, que con la magia de la morsa nos iremos de rumba, aplaudiendo al Sebas que arriba del escenario nos conduce a nosotros mismos, con tu vieja saludando al ralo, que de puro dulce nos va metiendo la cola y casi sin darnos cuenta: ¡fumemos afuera mejor?

PLANETA SUDAKA, “ven a vivir a esta nueva barriada... amor¡?”

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