miércoles, marzo 21, 2007

Cuando la neblina se desvanece


Sentíamos el olor a estiércol en la fila del recital gratuito, en la medida de lo posible, como decía el hermano oscuro del gran Andrés Aylwin, nos íbamos acomodando las cajas de vino, cuando el vino en caja era parte de la dieta festivalera de los escondites del Valparaíso pre gas natural, esquivando los charcos de pichi y evitando embetunar las suelas crepés de mierda humana de habitante del puerto.

Hoy nos encontramos lidiando entre posibles “moles” de borde costero, para mirar la nada de una modelo anoréxica, cuyos ojos nos recordarán el color del mar que hace tantos años dejamos de ver. Siento la firma de tu decreto maldito, al que intentaré escupir cada vez que pueda, para no tener que soportarte en mi perfumada ciudad de meados y mierdas y verduras en putrefacción, todos olores mucho más humanos que la tontera de tu liquidación de temporada, ordenadita como las cuotas de la deuda del palito que me quieres hacer pisar.

Y a ti habitante de la meseta crepuscular, no te dejes engañar por los mendrugos de pan recalentado que te ofrecen a la hora de votar, ni siquiera debes ponerle oreja a los renovados olores de palo santo que quieren pasar por tu aura, de los cuerpos barbudos y sotanas de sacerdote “emprestado” y dietas de mejor pasar, que a la hora de los “quiubos” nadie quiso asesorar. Ahora tampoco recortes tu hacha, cuando vemos llegar los ejércitos de niñitos que vienen libro en mano a recordarte los dichos de la lucha de clases y vientos en contra del pueblo, que masificando las estrategias ecologistas van poniendo en segundo plano las verdaderas miserias del sistema, cuando de verdad decimos a los vientos de la tarde “playanchina”, que no estamos de acuerdo en hacer los jardines para que puedas acostarte tranquilo en tu cama limpiecita desempolvada del hollín ciudadano, dejándote allí: donde las heridas no coagulan y el hambre mata a los seres humanos.

Sin embargo y con mucha humildad te lo ruego: NO TE RINDAS.

Buenas noches.

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