lunes, enero 15, 2007

Cruz, diablo!


Me seco las lagrimas de tus ojos y abrazo mi espalda, con un delicado escurrir de dedos manchados aun por la tinta de la sangre que se derrama. Nunca estuvimos armados para defendernos de nada porque nunca fue necesario, y esta sensación de excusa que aun rebota en el aire, cuando le dijimos que haríamos lo necesario por defender los nuestros y no escuchó. Cuando anónimo (sinónimo de cobarde) sentencia a la hoguera ya que le excitan los incendios, se hace presente en su desafío de sólo palabra, sin el poder que le pudiera dar ésta, fundando falsos cimientos, basados en la puntita envenenada para causar la picazón de nuestra muerte. Já! Y me basta con la risa amorosa de mi negra compañera, la cual en el punto de ebullición publica su aparente rabia, que no es otra cosa que decepción.

Vuelo en la luz de las gaviotas rumbo al sol, llego en la tardecita para que el sol no me resquebraje las manchas dejadas por tu miel, avena y mar. Nos encontramos sin pudor en la verdadera dicha, la del infierno cielo al que pertenecemos, vamos ganando orgasmos, desafiando el temporal de miedo al que nos quieren llevar, pero sabemos que la muerte es solo liberación y que volveremos a nacer juntos, poderosos y ciertos.

No nos quedemos en el encanto inmediato de golpear, el cariño duele más, cuando las heridas no se aguantan y el dolor haga crecer estaremos primeros en la fila para cambiar su ropa manchada.

Buenas noches.

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